“Alumbrando en la Oscuridad” es un libro de Natalia Florido con distintas miradas ya sean vivenciales o profesionales y en el cual se abordan numerosas temáticas y preconceptos relacionados con la Adopción.
Propone, no caer en la demonización de la mujer que da en adopción y en la idealización de quien adopta.
Pretende indagar en los significados de qué es ser padre, madre o hijo.
Este escrito intenta además poner en discusión y alumbrar un tema plagado de prejuicios y silencios.
Además del acompañamiento de las leyes, hay que trabajar sobre la violencia simbólica que está enraizada en el “sentido común” que de tan común naturaliza conceptos e imágenes profundamente discriminatorios.
Ni ella es peor que un animal, ni una honorable pareja realizó una obra de bien ayudando a un pobre
niño abandonado.
No hay “adoptados”.
Hay hijos, que siempre son hijos de la decisión.
Texto de Guadalupe Guerrero incluido en el libro:
ADOPCION: BASTA DE HIPOCRESIA
Convocada a participar en ALUMBRANDO EN LA OSCURIDAD, y después de trabajar por más de 15 años con temas de Adopción, puedo y debo decir que lo que reina en el tema es verdaderamente la hipocresía.
Hipocresía de los Jueces, (con pocas y honrosas excepciones) que no tienen el coraje, valor, las herramientas, la voluntad, la necesidad, o simplemente la urgencia para priorizar de por una vez y de verdad el interés superior del niño y decidir que ya no pueden, ni deben volver con su familia biológica. Cuando digo los jueces, me refiero a todo el gran espectro que integra el Poder Judicial, ellos son Asesores de Menores, Defensores, empleados judiciales, Equipo Técnico, las Psicólogas, y las Licenciadas en Trabajo Social. Todos en su medida coayudan a que la definición de vida de los chicos judicializados, se demore, cuando debería ser sin discusión alguna, el caso más urgente. Desde el empleado que recibe el fax donde se informa que ingreso a tal hogar, hospital, instituto, familia acogedora, un niño, debería comenzar la carrera contra reloj no solo para saber que paso con él, con su historia y su vida, sino justamente para sacarlo del lugar de “acogimiento transitorio” al cual acaba de ingresar.
Los mejores hogares, institutos, etc. son sin duda los que están vacíos, y en su defecto, los que aún tendiendo chicos a su cargo, trabajan para su egreso.
Por cada niño institucionalizado, hay un adulto responsable, madre, padre, juez y todo el aparato que lo circunda.
Los Jueces deben saber, ver, prever que la misma familia, que los maltrató, que no los contuvo o que violo en forma sistemática sus derechos más básicos, – es triste pero real- , esa familia, rara vez, o casi nunca puede volver a ahijar a esos niños expulsados y muchas veces abusados.
Se repite hasta el hartazgo que el tiempo del niño no es el tiempo del adulto, y la infancia que transcurre en un hogar de transito, no se recupera. Pero rara vez este precepto se concreta en la vida cotidiana de aquellos que esperan por que se resuelva su situación procesal, que pocas veces entienden, y solo demandan con sus palabras, conceptos tan claros, y simples como “quiero una familia, quiero tener una mamá, quiero tener un papá”.
Sin querer juzgar, dictaminar o discriminar, el tiempo de una madre y/o padre con serios problemas de adicción por citar solo un ejemplo muy actual, jamás coincide con el tiempo del hijo que espera, y en general no sabe bien que espera. Espera a su mamá? Espera que lo venga a buscar? Espera que el Juez, esa figura difusa y a veces incomprensible, le consiga una nueva mamá? Este tiempo, esta espera es tan injusta, arbitraria e inmerecida para los chicos, siempre, que deberíamos todos correr aun sin plazos procesales para que repito, los hogares de transito estén vacíos. Cual es la responsabilidad del hijo por tener unos padres que no lo contienen, no lo ahíjan, y lo abandonan? Y entonces, porque los chicos están en institutos, en hogares, en hospitales esperando se defina su situación, y los adultos responsables al menos de su creación, esta libres, y es a ellos a quienes debemos hoy respetarles el tiempo, para ver si logran, ejercer el rol materno/ paterno en algún momento, luego de algún otro tratamiento.
Esta es la Hipocresía para con nuestros niños, el proceso judicial, el expediente concretamente, esta elaborado por adultos que toman la palabra erigiendose representantes del interés superior del niño, cuando lo único que se ve en los mismos, son informes de los equipos técnicos tratantes, que en forma trimestral, cuatrimestral anotician que la vinculación falla, porque la familia no se presento, o peor aún, informan que la vinculación es adecuada, y se debe seguir evaluando a la progenitora que manifiesta se encontraría realizando algún tratamiento, en algún lugar, algún día del mes, y por supuesto como conclusión final, se escribe arbitrariamente, solamente que se seguirá informando.
Una vinculación que dura cuarenta y cinco minutos en forma quincenal o mensual, es suficiente para conservar la tríada familiar? Es suficiente para la psiquis de un niño en pleno desarrollo y formación ver un referente afectivo cuarenta y cinco minutos, compartir un paquete de galletitas, para completar su desarrollo afectivo?
Porque es que estos niños tienen menos derecho que el mío a tener a su familia, que lo quiera, lo cuide, lo alimente, lo vista, lo eduque, lo lleve a la casa de sus amigos, a la foniatra, a la psicóloga, y también a baile y/o a fútbol? Porque le “toco” esta madre, esta familia, y ahora le toca a él esperar? Pues, no, si las personas llamadas a cambiar los destinos de estos niños, lo hicieran, priorizando su presente, y dejando la omnipotencia de creer que desde su intervención pueden modificar conductas ancestrales , culturales, aprehendidas y no resueltas, podrían seguramente definir su situación claramente en menos tiempo.
Hipocresía de los defensores del vínculo biológico a ultranza, del origen y de la identidad. La identidad es un concepto que se construye, el origen y el vínculo biológico en las adopciones de verdad trabajadas se respetan, se resguardan y se ponen de manifiesto cuando el hijo adoptivo tiene y manifiesta la necesidad de saber su historia.
Una familia que no alimenta, y no nutre el espíritu, no hay sangre que modifique en la infancia esa carencia en un hijo no atendido, cobijado y alimentado.
Hipocresía de todo el sistema que se alimenta con el latiguillo del interés superior del niño, y en la práctica, repito, trabaja para el adulto.
La infancia es hoy. El Juez, Asesor, Defensor, Asistente Social, Psicóloga, Madre, Padre, Abuela, ya crecieron, y seguramente y en muchos casos tuvieron cuidados parentales suficientes, que los llevaron al presente del cual hoy se jactan en su labor de decisores de vidas ajenas.
Hipocresía de los Registros, y los juzgados de las provincias donde los matrimonios deben inscribirse para completar su legajo de postulantes a la adopción, que maltratan en forma sistemática a la gente que llega con un duelo en tránsito por la propia infertilidad, por la propia frustración de no engendrar a sus propios herederos, de su sangre y de su color, y parecería que más que recibirlos, los castigan y estigmatizan porque se tienen que inscribir, y con miedo se atreven a realizar preguntas tales como Cuanto tiempo debemos esperar? Puedo adoptar un bebe? Qué pasa si una mamá me lo quiere dar? Que es la entrega directa? Horror de los horrores. El maltrato esta institucionalizado, parece que les indican a todos los operadores que deben realizar y proseguir con tal maltrato, así desalientan a adoptar, total, como les dicen, acá chicos no hay!
Es absolutamente incomprensible que desde el lugar donde se los debe recibir, y acoger también a los futuros padres adoptantes, se los maltrate y se los juzgue por el simple hecho de presentarse. No solo serán evaluados, examinados, y cuestionados, erigiendose muchas veces los entrevistadores, en dioses sin mandatos, sino que también deberán sortear ellos mismos mil prejuicios, interrogantes sin respuestas, e iniciar un camino sin poder ver claramente cual es el final del mismo.
Diría que en la mayoría de los casos los entrevistadores y evaluadores de los postulantes que se presentan a iniciar su tramite, no están preparados, no tienen la especialidad, en los juzgados por ejemplo, los mismos empleados que tienen que atender los terribles casos de violencia familiar, tomar audiencias testimoniales a personas que vienen a declarar respecto del caudal económico de los padres que no pagan alimentos, son a veces los mismos que luego mantienen la entrevista con los futuros adoptantes, y no lo digo desde un lugar de denostar al empleado judicial, que muchas veces hace demasiado con lo poco que tiene, y en mas de un caso, son ellos los que trabajan y se preocupan porque los casos de abrigo se resuelvan de manera rápida, lo digo desde el lugar de la escucha hacia el que en ese momento esta contando su historia, se esta abriendo a ese nuevo mundo que es la adopción com muchas dudas, con muchas incertidumbres, y casi sin respuestas.
Los registros, el Ruaga, el DNRUA, antes la Senaf, con el Departamento de Adopciones en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y las ONG que trabajaban y trabajan en este tema, tienen honrosas y raras excepciones de personal muy capacitado que merecería ser destacado, pero en general , la media respecto de los informes producidos para con los adoptantes y sus evaluaciones son de mediocres a malas.
Por otro lado, parecería que esta bien visto, exigirle, pedirle al matrimonio, o al postulante monoparental, sacrificios y concesiones que uno en su vida diaria jamás podría hacer, como por ejemplo, todos deberían pensar en adoptar grupos de hermanos, acaso no quieren ser padres?, todos deberían aceptar niños enfermos?, no es que tienen una amplitud en su postulación? Porque quieren solo bebés? Hasta 3 años nada más? Y cuando alguna pareja, o postulante monoparental se anima, se presenta ante alguna convocatoria de un caso complicado respecto de de un chiquito con problemas de salud determinados o graves, también se los juzga, si después de todo, la adopción es un proyecto de vida, y esta gente se esta presentando por un tema terminal.
Hipocresía, porque se juzga a muchos, sin ser juzgados, y pocas veces se ponen “en el lugar de” de tal pareja, de tal persona que comienza con su espera.
Siempre dije, y digo, tratando yo de no ser hipócrita, que hubiera pasado si no hubiera podido ser madre biológica, y desde el registro, juzgado, me hubieran dicho que para adoptar tardaría muchos años, si me hubiera quedado sentada esperando? Un llamado del juzgado, o hubiera comenzado una búsqueda activa, como lo es un embarazo?
Hipocresía del Gobierno, que cree que con la Asignación Universal por hijo, se terminaron las madres abandonicas, y ahora todas las madres se hacen cargo de sus hijos y nos los dejan en las calles para que pasen hambre y miseria de afecto y cuidados!, pero ojo no los abandonan legalmente, porque ya no lo pueden hacer más, sino se les corta el plan.
Hay hipocresía porque la mirada del poder político, hacia los padres adoptantes, en vez de ser una mirada de comprensión, una mirada que active políticas públicas para que de verdad se pueda adoptar bien y rápido, es una mirada de sospecha, de resentimiento y catalogados estos mismos padres como apropiadores.
Pensar que todas la madres debemos tener el instinto materno, es un pensamiento retrogrado, arcaico, y que no condice con la realidad que vivimos. Hay mujeres que entregan a sus hijos, todos los días a la violencia de la calle, al descuido de sus afectos, al abandono de sus vidas, pero desde lo jurídico, no se desligan de ellos, porque no se presentaron en ningún juzgado, y no se decreto su estado de abandono o su estado de adoptabilidad.
Hay madres, padres, familias, que no quieren, no pueden, no saben como criar a sus hijos, no desde un lugar premeditado y subjetivo, sino desde un lugar de privaciones, de repetición de historias de vidas, de limitaciones compartidas, de carencias pasadas, y de muchas generaciones abandonadas sin recibir educación, que es lo que permite a los hombres adquirir la capacidad de poder elegir su propio futuro, su propio destino.
Uno, nosotros, todos, muchas veces no podemos dar, aquello que no recibimos, si esas carencias previas, si en esos años fundantes no recibimos los cuidados parentales, es muy difícil, que luego los podamos trasmitir, porque no lo hemos resuelto, no lo hemos podido trabajar. Suelo poner este ejemplo con las madres adolescentes, y las no tanto, si a ellas jamás les cantaron una canción de cuna cuando eran niñas, porque exigirle que ellas luego en el ejercicio de su rol materno, puedan, deban y sepan cantar y acunar a sus hijos?
Y por último Hipocresía con la mamá biológica que si puede y quiere elegir entregar a su hijo en adopción, porque no todas las mamás buscan una recompensa, porque no todas esas mujeres están limitadas en sus capacidades para hacerlo, pero si subestimadas para respetar dicha decisión por el Poder Judicial, hipocresía para con ellas, porque siempre, se piensa que otro podrá elegir mejor que ella con quien se podrá criar su propia prole.
Hipocresía para con ellas, porque no todas son iguales, no todas son adictas, no todas son pobres, no todas son malas madres, no todas son abandonicas porque lo quieren ser, no todas quieren ser mamás en el momento de la entrega, y no todas deberían permitir que se les vulneren sus derechos a la hora de decidir por sus hijos. Ellas también pueden ser protagonistas de este cambio. En varios países, la adopción es un sistema abierto, donde la madre biológica junto con el equipo técnico puede elegir, entrevistar, participar, y acompañar a los futuros padres adoptivos. Es ella la que brinda la mayor información sobre su bebé, sobre el embarazo, sobre el padre, sobre temas médicos, biológicos, y que hacen a la vida cotidiana de su realidad y repercutirán sobre el niño.
Una mamá que entrega, por encima de todos los prejuicios, es una mamá que eligió y amo a ese hijo al punto tal, que pudiendo llegar a algún lugar clandestino para lograr un aborto, eligió tenerlo, eligió cursar su embarazo, – lo hizo en público o a escondidas, -, lo llevo los 9 meses, y al momento del nacimiento, prefirió saber de su futuro, participar de su destino, y cuidarlo hasta el momento de su efectiva entrega, sea esta a través del Poder Judicial, o de una O.N.G. o de la forma en que pudo hacerlo.
La vara es tan alta para todos los juzgadores, que para estas chicas a veces es tan inalcanzable llegar y poder justificar sus actos, que estos mismos son los que propician muchas veces los canales secundarios para que los niños lleguen a los padres, que agotados y desesperanzados de tanta espera, eligen entregar a sus hijos, repito no siempre a cambio de una recompensa por la misma.
La adopción, no es un acto de amor desmesurado, no es caridad, es poder concretar el deseo personal de la maternidad y paternidad, es encontrarse y reconocerse en la mirada del hijo, de ese hijo que tapamos a la noche, al que le cantamos para que se duerma, al que esperamos que llegue a casa en su adolescencia.
La adopción es la institución que busca reparar la primer y gran pérdida, la de los padres biológicos, ese primer abandono. Los que trabajamos en este apasionante desafío, sabemos que el mayor éxito o el único éxito real, es conseguir la mejor familia, en el menor tiempo posible para estos chicos. En eso radica nuestro trabajo, nada más y nada menos, darles a estos niños, en los tiempos que los niños necesitan una familia.
En algunos juzgados de familia, – donde todos los días transitan miles de personas con problemas de violencia familiar, con problemas para que los padres paguen los alimentos, con temas difíciles por divorcios mal resueltos, con conflictos de padres que exponen a sus hijos a situaciones inimaginables,- cuando sale una sentencia de adopción, hacen una fiesta! Invitan a toda la familia, a los amigos, llevan bebidas, comida, y se festeja como si fuera un cumpleaños, es el momento de la entrega de la sentencia de adopción.
Esta es o debiera ser la mejor síntesis, de un buen trabajo en equipo, ojalá, en todos los juzgados de familia de todo el país, todos los días hubiese fiestas de cumpleaños, fiestas en donde poder leer las sentencias de adopción, y los chicos, de todas las edades, felices participen de su fiesta.
Creo que la clave para no ser hipócrita, es no juzgar, es acompañar, es contestar, empatizar, y entender. No juzgar a la madre que entrega a sus hijos, no juzgar a las parejas que quieren bebés, sino acompañarlas, apoyarlas y enseñarles que todos los niños y de diversas edades necesitan una familia, no juzgar ni condenar al matrimonio que quieres bebes, ni a chicos sanos, no idolatrar solo a los que quieren grupos de hermanos, comprender que todos necesitamos y tenemos capacidades diferentes y especiales, sin más ni menos que otros.
El desafío es hoy, la oportunidad siempre es ahora, ya no hay discusión, es el niño el que siempre y en todas las circunstancias tiene derecho a tener una familia, sea esta la de origen, sea la adoptiva. No hay mejor o peor, hay necesidad y derecho a tenerla, así de contundente , así de sencillo.
Guadalupe del Pilar Guerrero
Abogada Especialista en Derecho de Familia.-